lunes, 29 de agosto de 2011

El #reformazo de las diez mentiras (Decálogo contra el nuevo 135)

Se mira, pero no se toca (Viñeta: Ferrán Martín)
La reforma que el tándem PP$OE pretende imponer –o mejor: perpetrar– de espaldas a la ciudadanía se está tratando de vender desde los falsimedia habituales como una medida necesaria para salir de la crisis. Apoyadas sobre los más rancios, ineficaces y aberrantes lugares comunes del credo neocapitalista, las mentiras han comenzado a asomar en los telediarios, las tertulias y las columnas. Helas aquí, desmenuzadas:
- Mentira nº 1: «La reforma es procedente y correcta». Falso. A pesar de lo desfasada que puede resultar una Constitución con más de tres décadas, nunca hasta hoy se había decidido atacar su reforma (a excepción de la necesaria inclusión del voto extranjero en las municipales, que se aprobó en 1992 por unanimidad). No tiene sentido acometer ahora esa tarea, en pleno verano, con prisa y de espaldas al pueblo. Y menos aún, con un Gobierno y un Parlamento prácticamente en funciones. Por otra parte, el principio de estabilidad presupuestaria que se pretende consagrar –al menos, en teoría– ha demostrado ya con numerosos fracasos su absoluta ineficacia para reactivar la economía.
- Mentira nº 2: «Se trata de una reforma ajustada a derecho, legitimada por el consenso de las dos principales fuerzas políticas». Falso, o al menos, más que cuestionable. Que la reforma sea legal no implica que sea legítima, dado que los diputados que la promueven no fueron elegidos para realizar tareas constituyentes. Por otra parte, un consenso que únicamente alcanza a dos de las fuerzas políticas que componen el arco parlamentario no puede, en rigor, llamarse consenso.
- Mentira nº 3: «No se trata de una modificación ‘esencial’, al no afectar a los capítulos enumerados en el artículo 168, por lo que no precisa del refrendo popular». Rotundamente falso. El techo al déficit –estructural– y, sobre todo, la concesión de «prioridad absoluta» al pago de la deuda limitan gravemente el margen de maniobra del Estado y atacan el principio de soberanía recogido en el artículo 1, por lo que la consulta a la ciudadanía debería ser preceptiva.
- Mentira nº 4: «La reforma trata de garantizar la sostenibilidad económica y social de nuestro país». Falso, y además, patético. La ridícula pretensión que se esgrime en la exposición de motivos de la propuesta (pdf) no es más que una concatenación de palabras huecas. El nuevo artículo 135 conculca el principio de función pública de la riqueza al que se refiere el artículo 128, según el cual «toda la riqueza del país (…) está subordinada al interés general». Dicho interés general se menoscaba sin pudor en favor del interés de los acreedores. Por otra parte, en ese mismo artículo «se reconoce la iniciativa pública en la actividad económica», iniciativa que quedaría, de prosperar la reforma, seriamente comprometida.
- Mentira nº 5: «La reforma no afectará al principio de solidaridad entre territorios». Falso. O, al menos, no está demostrado que sea cierto. Al vincular el déficit estructural al producto interior bruto de las diferentes Comunidades Autónomas, no se garantiza en absoluto el cumplimiento de dicho principio, consagrado en los artículos 2 y 138. A menos que la futura Ley Orgánica establezca algún mecanismo efectivo de compensación, la brecha entre Comunidades no hará sino aumentar.
- Mentira nº 6: «La estabilidad presupuestaria es un instrumento imprescindible para lograr la consolidación fiscal con Europa». Falso y capcioso. La consolidación fiscal con Europa no existe. España está a la cola del Viejo Continente en lo que a presión fiscal se refiere y ocupa el último lugar de la Europa de los 15 en cuanto a sistemas de protección social: tanto el indicador de esfuerzo (gasto social en porcentaje del PIB) como el indicador de intensidad (gasto social por habitante) nos sitúan muy por debajo de la media europea. Más concretamente, al final de la fila.
- Mentira nº 7: «La reforma trata de racionalizar el gasto desenfrenado». Sibilinamente falso. Lo que limita el nuevo artículo 135 no es el déficit a secas, sino el déficit estructural, una magnitud mucho más compleja que se presta a todo tipo de manipulaciones y cuyo método de cálculo no se conocerá hasta que no se disponga del texto de la futura Ley Orgánica. Además, el techo del déficit estructural podrá superarse «en caso de catástrofes naturales, recesión económica o situaciones de emergencia extraordinaria» y no comenzará a aplicarse hasta 2020. En la práctica, los límites que se establezcan se cebarán sobre todo en el gasto social, dado que, a partir de ahora, la «prioridad absoluta» será el pago de la deuda.
- Mentira nº 8: «La reforma aumentará nuestra solvencia, cara a los mercados». Falso y torticero. Para alcanzar el tan cacareado equilibrio presupuestario, el Estado se verá obligado a seguir con la absurda y temeraria política de liquidación de activos públicos –nuestros; de todos–. Como todo el mundo sabe, la solvencia a la hora de pedir préstamos viene dada por el valor de las propiedades que se poseen; los bancos no prestan a quien no tiene, y prestan más y más ventajosamente a quien más tiene. Las privatizaciones no son más que parches para hacer caja, pero a la larga nos empobrecen aún más. Como consecuencia, los intereses serán cada vez más altos, y la población se verá obligada a pagar –otra vez– por los servicios que antes eran gratuitos, lo que seguirá reduciendo el consumo y, por tanto, los ingresos. Es un círculo vicioso que condena a la mayor parte de la ciudadanía a la miseria por imperativo constitucional.
- Mentira nº 9: «Cuantificar el nivel de endeudamiento en relación al PIB es un indicador válido para medir la salud de una economía». Radicalmente falso. Aunque esté generalmente admitida en Europa por los gurús de la economía neocapitalista, la ratio deuda/PIB es poco reveladora y en absoluto científica. En primer lugar, porque la capacidad para endeudarse radica en la capacidad para devolver los préstamos. Es evidente que dos países con idéntica ratio pueden tener enormes diferencias en su PIB, por lo que su facilidad para afrontar el pago de sus emisiones no puede ser la misma. En segundo lugar, porque esa proporción está comparando una magnitud puntual perfectamente delimitada en el tiempo (la producción total de bienes y servicios de un país durante un año, o PIB) con otra que representa pagos escalonados de intereses y amortizaciones que se refieren a obligaciones contraídas en ejercicios anteriores. Podría arrojar algo de luz sobre la situación financiera de un Estado el cociente de dividir el total de sus emisiones de deuda durante un año entre su PIB de ese mismo año. Pero incluir en el cálculo los compromisos adquiridos en años anteriores sirve para poco más que para hacer una previsión de tesorería; a la hora de establecer un diagnóstico contable, es mezclar churras con merinas.
- Mentira nº 10: «La medida adoptada con la reforma constitucional es la única forma de calmar a los mercados y evitar un rescate». Falso y manipulador. Hay otras vías para escapar de este cenagal. Todas ellas pasan por una ruptura más o menos radical con el sistema capitalista, y también todas ellas están siendo silenciadas de manera sistemática por los medios de desinformación, a sueldo de esos mismos mercados. Como ejemplo paradigmático, tenemos el caso de Islandia, cuya deuda llegó a suponer un 900% de su PIB, lo que llevó a este pequeño Estado a la bancarrota. Lejos de plegarse a las exigencias del BCE y el FMI, la ciudadanía islandesa decidió plantarse y se negó a pagar con dinero público los desmanes de los principales bancos del país, cuya privatización había permitido y propiciado su crisis. Además, el pueblo soberano ha puesto nombre y apellidos a esos mercados para perseguirlos penalmente y llevarlos ante la Justicia. A pesar de las amenazas de Holanda y el Reino Unido y de no contar con un ejército propio, Islandia ha comenzado a ver la luz. Y al amparo de esa luz, ha decidido redactar una nueva Constitución hecha desde abajo, con la participación de los y las ciudadanas. Toda una hazaña que, por supuesto, los poderosos se empeñan en silenciar para que no cunda el ejemplo. Pero ¿y si cundiera aquí?

Red Kite, agosto 2011.

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Una cruz por persona                                                         De fraudes electorales

viernes, 26 de agosto de 2011

Una cruz por persona (crónica de una traición alevosa)

¡Quieto todo el mundo! Imagen: Santi Orue (El Jueves)
Con estivalidad, premeditación y alevosía. Así se reunió el viernes pasado el Consejo de Ministros del Gobierno español para abordar «asuntos urgentes» que no podían demorarse por vacaciones. La reunión, inédita en pleno mes de agosto, tuvo lugar casualmente en una semana en que la actualidad informativa estaba distraída en otros frentes. Las fastuosas y multitudinarias celebraciones de Rouco y sus hermanos para festejar la visita de Ratzinger, el oportunísimo afán de protagonismo del dedo de Llourinho y la particular y vergonzosa interpretación que la policía hizo de su papel como garante y salvaguarda de los derechos de la ciudadanía en Madrid mantuvieron ocupados a los falsimedia.
Aun así, la rueda de prensa posterior fue transmitida en directo, como es costumbre, por el Canal 24h de TVE. Una conferencia que –también como de costumbre– resultó mucho más reveladora por sus omisiones que por sus declaraciones. Los temas que se soltaron al público no fueron más que fuegos de artificio para distraer. Política de sonajero, como lo llamaba Umbral. Reajustes en los plazos de pago del impuesto de sociedades, rebajas fiscales para la compra de vivienda nueva, maquillaje a la política de precios de los medicamentos… Todo eso no fue más que una cortina de humo. De lo verdaderamente importante, de los más de 38.643 millones de euros (cerca de 6 billones y medio de pesetas; casi seis veces el precio de la construcción y puesta en funcionamiento del AVE Madrid-Sevilla) que nuestro Estado se verá obligado a avalar (léase apoquinar) «para aumentar la dotación efectiva de la Facilidad Europea de Estabilización Financiera (FEEF)», ni una palabra. Este organismo es en realidad una sociedad anónima con sede en Luxemburgo que nuestros mangantes europeos se sacaron de la manga el año pasado para «hacer frente» a posibles desequilibrios del sistema financiero. Dicho en román paladino: un fondo de rescate privado soportado con fondos públicos.
¿Para qué se crea ese fondo? Para rescatar/chantajear a aquellos países (Grecia, Irlanda, Portugal…, ¿España?) cuya situación financiera ponga en riesgo la devolución de sus emisiones de deuda pública a los bancos privados. ¿Y por qué se crea como sociedad anónima? Para que, además de los 16 países fundadores, puedan participar en el futuro los capitales privados que lo consideren conveniente. ¿Y por qué es necesario crear un fondo, teniendo como tenemos ya un Banco Central Europeo? Porque el BCE no puede financiar directamente a los Estados miembros de la Unión (de hecho, las últimas y recientes compras de deuda española e italiana por parte del BCE se han realizado a través de intermediarios privados que, por supuesto, operan con ánimo de lucro). ¿Y por qué no puede el BCE adquirir directamente deuda pública de los Estados miembros? Porque ese fue uno de los requisitos básicos de su creación ¿Y quién puso esos requisitos? Principalmente, Francia y Alemania; o mejor dicho: sus grandes bancos, que son los que controlan el cotarro. ¿Alguien no se lo cree? Puede consultarlo en el Acuerdo Marco de la Facilidad Europea de Estabilización Financiera, en el Protocolo nº4 sobre el Estatuto del Sistema Europeo de Bancos Centrales y del Banco Central Europeo (pdf) o, si aún le quedan ganas, en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (pdf). Advertimos, sin embargo, que su lectura, además de suponer una considerable inversión de tiempo, puede producir somnolencia, náuseas, cefaleas, vértigo, mareos, angustia, depresión, irritabilidad e incluso ulcus péptico.
En resumen, que la reunión estival extraordinaria de nuestro Consejo de Ministros nos ha salido por un pico. Tal y como refleja el sumario correspondiente (pdf, página 13), el citado incremento de la aportación española a la FEEF, sumado a los 53.900 millones iniciales, supone la bonita cifra de 92.543,56 millones de euros (más de 15 billones de pesetas). A efectos prácticos, hubiera dado lo mismo que nuestro Gobierno hubiera dicho: «vamos a robarles otros 800 euros por barba a estos pringaos, para redondear hasta los 2.000 euros por habitante». Y no se crean que esas cantidades se van a quedar ahí. En el caso de que con ese dinero –nuestro dinero– Europa decidiera rescatarnos, los importes a devolver serían aún mayores. Que San Pancracio nos coja confesados.
Pero eso no fue todo, no. Tras el fin de semana, el presidente del Gobierno compareció en el pleno del Congreso para anunciar, a pocas semanas de que se disuelvan las Cámaras, nada menos que una reforma constitucional para incluir un techo normativo que limite el déficit público. Ahora resulta que la sacrosanta Constitución del 78, cuyo famoso e intocable consenso se ha esgrimido tantas y tantas veces, se va a modificar en pleno verano, en apenas dos semanas y sin referéndum. No es necesario, nos dicen, porque la modificación no supone un cambio esencial que afecte a los capítulos que establece su artículo 168.
Eso es mentira. La inclusión de un límite al déficit público menoscaba seriamente el principio de soberanía a que se refiere el artículo 1. La modificación que se plantea supone arrebatar una parte importante de esa soberanía, que se supone que «reside en el pueblo español» para concedérsela a los mercados, es decir, a la clase dirigente. El propio portavoz del grupo parlamentario socialista, José Antonio Alonso, lo reconoció públicamente: «hay que ceder soberanía nacional a favor del bien europeo». La reforma que pretenden las marionetas del PP$OE es, por tanto, una reforma esencial –en realidad, es un golpe de Estado encubierto– y debería contar con el respaldo de la ciudadanía mediante consulta popular.
No podemos permitirlo. No debemos. Si lo hacemos, estaremos aceptando que nos condenen a la miseria. A nosotros y a las generaciones futuras. A partir de ese momento, la excusa de «porque lo demandan los mercados» se convertirá en «porque lo establece la Constitución». Eso es algo inadmisible en democracia. Limitar el déficit público supone cercenar gravemente la capacidad del Estado para maniobrar con autonomía frente a los ataques especuladores del gran capital. Equivale a una sumisión ciega a los intereses de la oligarquía financiera internacional. La misma que compra nuestra deuda pública con nuestro propio dinero (obtenido mediante los rescates que ya estamos pagando entre todos) como quien compra acciones de una empresa. Esta aberración jurídica pretende dar forma legal a dicha sumisión, que ya se está produciendo de facto, pero que quedaría confirmada para siempre al incorporarse al articulado de nuestra Norma Máxima. Es un atropello; una traición al pueblo soberano; un crimen en toda regla. No solo es necesario oponerse. Deberían pedirse responsabilidades a quienes proponen algo así, ya que, al hacerlo, están rompiendo su juramento de «guardar y hacer guardar la Constitución».
Los falsimedia a sueldo, como siempre, se han apresurado a difundir la confusión mediante palabras y conceptos que tergiversan el espíritu de esta medida. Se habla ya de que «limitar la deuda» no es algo tan negativo. Eso es una burda manipulación. No se está hablando solo de limitar la deuda. Más bien al contrario: con su capacidad de maniobra drásticamente mermada, el Estado se verá obligado cada vez más a endeudarse con nuevas emisiones que nos empobrecerán aún más. Los intereses de esa nueva deuda serán cada vez mayores, con lo que los recortes al ya maltrecho Estado del bienestar se multiplicarán. Es un círculo vicioso que nos hundirá durante generaciones en la pobreza. Y quieren hacerlo sin contar con nosotros, sin un referéndum, dado que –aceptando la falsa premisa de que no es una modificación esencial– la consulta solo es necesaria si la solicita un 10% de los diputados o senadores. ¿Será posible que no haya 35 diputados ó 27 senadores con algo de decencia para promover un referéndum en respeto a la Constitución que juraron defender? De ser así, nunca será mas cierta la frase «no nos representan».
Llama también la atención el silencio hasta ahora de los sindicatos mayoritarios, adocenados en el pesebre de las subvenciones y cómplices por omisión de este crimen. Unos sindicatos que hace ya tiempo que dejaron de cumplir su función de defensa de los trabajadores. Unos sindicatos que convocan huelgas generales ante recortes puntuales de derechos, pero que callan vergonzosamente ante una maniobra que institucionaliza los recortes ad aeternum.
La pelota está en nuestro tejado. ¿Tragaremos una vez más? ¿Nos resignaremos mansamente a esta crucifixión, como hacían los reos de la Judea romana en La vida de Brian, la inolvidable película de los Monty Python? ¿Aceptaremos con docilidad el castigo de llevar durante generaciones «una cruz por persona»? Si lo hacemos, habremos dado un paso más, enorme y puede que definitivo, hacia el abismo. La traición de nuestros presuntos representantes es gravísima, y deberíamos obligarles a rectificar. Es cierto: hay centenares de miles de familias que piden un techo. Pero no era esto, coño. No era esto.

Red Kite, agosto 2011.








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Queridos represores                                        El #reformazo de las diez mentiras


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domingo, 7 de agosto de 2011

Queridos represores (carta abierta a las fuerzas de seguridad)

Este mosso parece alérgico a flores y sonrisas
Queridos miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad:
Permitid que os enviemos un mensaje a todos vosotros. A los agentes de la Policía Nacional, de los Mossos d’Esquadra, de la Ertzaintza, de la Guardia Civil, de la Policía Local o Municipal, de la Guardia Urbana… A todos. También a los militares. De Tierra, del Aire o de Marina. Del Ejército español, de la OTAN o de la ONU. A los que van con gorra o con casco, con escudo o sin él, con porra o con silbato, con pistola o con fusil, de uniforme o de paisano. Escuchad, por favor:
Sabemos y sabéis que sois personas como nosotros, aunque vuestros altos mandos se empeñen en haceros creer –en hacernos creer a todos– que no es así. Sabemos y sabéis que os han enseñado a ignorar a vuestra conciencia y a olvidar vuestro lado humano. Sabemos y sabéis que habéis aprendido a actuar con contundencia en caso de duda, porque «de la cárcel se sale; del cementerio, no». Sabemos y sabéis que también vosotros tenéis familia e hipoteca, y que entre esa masa indignada a la que golpeáis podrían estar vuestros propios hijos, parientes, amigos o vecinos.
Y sin embargo, actuáis como si estuvierais vacunados contra los abusos del sistema. Y no lo estáis. Los recortes sociales os afectan como a todo quisque. También a vosotros os han arrebatado derechos. También en vuestro gremio se trabaja más por menos. Os han quitado moscosos y os han bajado el sueldo. Os han alargado la vida laboral como a los demás. Vuestras pensiones son tan vulnerables como las nuestras. Vuestro estado de bienestar se ha encogido como el de todos. Y aun así, seguís acatando y ejecutando órdenes injustas. ¿Cuánto vais a tardar en reaccionar, en comprender que vuestro sitio está al lado de los oprimidos porque formáis parte de esa mayoría atropellada? ¿Esperaréis a que una desgracia personal os impida pagar vuestros créditos y sean vuestros propios compañeros quienes vengan a ejecutar el desahucio que deje a vuestra familia en la calle y con una deuda de por vida?
Quienes protestamos en las calles y las plazas, en los blogs y las asambleas también estamos luchando por el futuro de vuestros puestos de trabajo. De vuestras pensiones. De vuestros hijos. Y lo hacemos pacíficamente; sin agresiones. No es justo, alegáis, que unos pocos cientos de manifestantes corten las calles y colapsen una ciudad que pertenece a varios millones de ciudadanos. ¿Y sí lo es que poco más de trescientos diputados se presten a servir de guiñoles de los poderosos y pongan la ley a su servicio traicionando la soberanía de quienes los hemos elegido? ¿Es acaso justo que unas pocas docenas de megacorporaciones a las que nadie ha votado tomen decisiones que nos condenan a la inmensa mayoría a la miseria mientras ellas ganan más y más dinero y acumulan más y más poder? ¿No os dais cuenta de que tras ese eufemismo anónimo y espurio de los mercados se esconden los de siempre, la clase dirigente, los ricos que nos explotan? ¿Es que no veis que vuestro uniforme de funcionarios no es ningún antídoto contra la pobreza?
 Uno de los heridos en la carga policial del jueves 4 en Madrid
 hace las paces con un oficial de policía, que rechazó la flor.
Reflexionad sobre ello, porque la lucha no ha hecho más que empezar. Será larga y se irá recrudeciendo a medida que las masas tomen conciencia de su poder y los bastardos que toman las decisiones se dejen llevar por el pánico. Nos encantaría equivocarnos, pero todo parece indicar que las cosas van a ir a peor. En lo económico, en lo social y, desde luego, en la calle. Todavía no ha pasado nada irremediable. Solo heridos de distinta consideración. No esperéis a que ocurra algo que no podáis perdonaros. Por cierto, haríais bien en justificar con imágenes los heridos en vuestras filas. En la abundante información gráfica que se maneja no hay ni una sola instantánea o vídeo que recoja una agresión a un policía. Ninguna mentira puede sostenerse eternamente, y aunque vuestra brutalidad pueda quedar silenciada por la vergonzosa connivencia de los medios nacionales, nada impedirá que vuestras injustificables actuaciones den la vuelta al mundo.
Y esto va a durar. El chantaje financiero que ya estamos padeciendo no va a parar, y la respuesta indignada, tampoco. Si algo nos ha enseñado la historia es que la avaricia no tiene límites. Es una enfermedad que se alimenta a sí misma en las conciencias de los desalmados. Nunca tendrán bastante. Ya han copado las finanzas, los seguros, la energía, la gran industria, los transportes, las comunicaciones y los medios. Muchos de esos sectores fueron un día públicos, nuestros, de todos. Nos los han robado con la connivencia de quienes dicen actuar en nuestro nombre, pero no nos representan. Ahora están desembarcando en las loterías, la educación, la sanidad y las pensiones. Pero tampoco eso bastará para saciar su ansia. Lo quieren todo. Somos sus esclavos; ganado para sus granjas. Los poderosos no están ciegos; ven su propio fin y están acelerando la marcha antes de que todo se desmorone. Ellos tienen conciencia de clase; a nosotros nos la anestesiaron con la promesa de las oportunidades. Cada vez somos más los que empezamos a recuperarla. Os invitamos a hacer lo mismo.
Aún estáis a tiempo. Siempre estaréis a tiempo de reaccionar. De indignaros y rebelaros. No contra quienes os hacemos frente con actitud no violenta, sino contra las criminales decisiones de quienes os utilizan en su cobardía para defender su miserable estatus. Las órdenes que recibís no son una coartada. No somos vuestros enemigos. Vuestro bando es el nuestro. Cuando queráis sumaros, os recibiremos con los brazos abiertos.

Red Kite, agosto 2011.

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Las protestas sí son para el verano                                       Una cruz por persona