viernes, 22 de abril de 2011

Dígame, padre (cuestionario agnóstico)

El lunes pasado fue luna llena. La primera luna llena de la primavera, en el hemisferio norte. Eso significa que hoy es Viernes Santo, pues es nuestro satélite el que marca cada año la Semana Santa. Sorprende que una explicación tan sencilla haya pasado casi desapercibida para el común de los católicos. No debe de haber puesto mucho empeño la Iglesia católica apostólica romana en aclarar el porqué de una fecha tan cambiante. Tal vez para evitar que las ceremonias se relacionaran con los astros. O quizás para ocultar el hecho de que la Pascua cristiana se hizo coincidir en su origen con otros ritos paganos que celebraban la primera luna tras el equinoccio primaveral. Algo parecido ocurre con la Navidad, que conmemora el nacimiento de Jesús precisamente el 25 de diciembre, fecha que en el antiguo calendario juliano coincidía con el solsticio de invierno o renacimiento del Sol. Y estos ejemplos no son los únicos. Desde el principio, la Iglesia ha venido pisando sistemáticamente con sus efemérides los rituales de otras religiones ancestrales. Basta con preguntar a un sacerdote católico sobre estas cuestiones para obtener un torrente de titubeos y evasivas (recomendamos a quien esté interesado en profundizar en estos temas la lectura del completísimo estudio de Pepe Rodríguez: Mentiras fundamentales de la Iglesia católica).
La primera luna llena tras el equinoccio de Prima-
vera marca la fecha de la Semana Santa.
Pero seamos claros: los curas siempre han estado poco habituados a responder preguntas incómodas. Y cuando lo hacen, suelen recurrir a incontestables dogmas de fe que a las mentes racionales se nos antojan piedras de molino, o bien a pueriles parábolas recogidas en la Biblia. Una Biblia a la que, hasta hace poco más de dos siglos, solo ellos, en su calidad de intérpretes únicos de las Sagradas Escrituras, tenían acceso.
Por eso hoy, en plena semana lunar, sacamos a la luz algunas preguntas que llevaban más de un lustro descansando en nuestro disco duro. Son interrogantes que surgieron tras una visita a Roma en abril de 2005, cuando la casualidad nos llevó a coincidir en la milenaria e imperial ciudad con el entierro de Wojtyla. Helas aquí, sumadas al acervo de la blogosfera, empujadas por la insistencia de algunos queridísimos lectores que ya las conocían:
Dígame, padre: ¿ha visto usted Amén, de Costa Gavras? ¿Sabe que esa película cuenta hechos reales, y que los seis millones de judíos asesinados eran de carne y hueso? Dígame, padre: si solo hay un Dios, ¿el Dios de esos judíos es el mismo que el nuestro? Y si es así, ¿por qué no hizo nada? ¿Qué estaba haciendo Dios entonces, padre? Pero no mezclemos a Dios en esto, y responda, padre: ¿por qué el Papa, su máximo representante en la Tierra, miró hacia otro lado? ¿Por qué la Iglesia ni siquiera condenó el exterminio mientras ocurría? Acláreme una cosa, padre: ¿es verdad que Roma ayudó a escapar a los asesinos?
Cartel de  Amén, de Costa-Gavras. Tanto el film
como el cartel, obra del fotógrafo italiano Oliviero
Toscani, se ganaron las iras de la Iglesia Católica.
Dígame, padre: ¿realmente Jesús quiso fundar una Iglesia? ¿Y cree usted que a Jesús le gustaría esta Iglesia? ¿Y para qué necesita la Iglesia tener su propio Estado, padre? ¿Para qué una guardia de seguridad? Padre, si el Papa es el elegido de Dios, ¿por qué necesita escoltas y un papamóvil blindado? ¿Es que la fe no basta?
Dígame, padre, y responda sin metáforas, por favor: si la Iglesia es en realidad «Iglesia de los pobres», ¿por qué no hay pobres, sino riquezas, en el Vaticano? ¿Sabe usted que la inmensa mayoría del planeta es pobre, padre? ¿Sabe cuántos miles de personas mueren cada año de hambre? Dígame, padre: ¿cuántas de esas personas son sacerdotes?
¿El Espíritu Santo es infalible, padre?
¿Y la Teología de la Liberación, padre? ¿En qué puntos concretos contraviene las enseñanzas de Jesús? Dígame, padre: ¿es que Dios es de derechas?
¿Sabe usted que algunos asesinos van a misa, padre? ¿Sabe que algunos rezan y comulgan como los demás creyentes? ¿Por qué Dios no los señala, ni siquiera para perdonarlos?
Dígame, padre: ¿el fin justifica o no justifica los medios? ¿Siempre? ¿Nunca? ¿Cuántos muertos van en el nombre de Dios, padre?
Dígame, padre: ¿cómo distingue Dios a los asesinos de los héroes, a los que matan de los que luchan, a los terroristas de los libertadores?
Padre, ¿por qué la Iglesia sigue condenando las relaciones sexuales antes del matrimonio? ¿Es que no puede haber amor sin rito? ¿Y por qué los métodos anticonceptivos siguen siendo pecado hasta para los matrimonios que tienen una familia ya criada? ¿Es que la mujer debe continuar teniendo hijos hasta que deje de ser fértil si quiere disfrutar del amor de su marido? Dígame, padre: si lo que Dios une no debe separarlo el hombre, ¿qué hace Dios cuando el hombre se equivoca o se desenamora? ¿Están condenadas para siempre al celibato o al pecado las personas que se han separado de su pareja? Entonces, padre, ¿para qué dio el buen Dios al hombre la libertad de equivocarse? Y, a propósito del celibato, padre: ¿se considera un sacerdote capacitado para aconsejar sobre asuntos sexuales? Conteste con franqueza, padre: ¿qué sabe usted sobre el sexo? ¿Cuándo fue la última vez que tuvo un orgasmo?
¿Y los preservativos, padre? ¿Son pecado en cualquier circunstancia? ¿Ni siquiera pueden ser buenos como método profiláctico para evitar la propagación de enfermedades? ¿Sabe usted cuánta gente muere de SIDA cada año en África? Dígame, padre: ¿qué opina Roma de los curas que reparten condones entre sus fieles para evitar que se contagien con el terrible virus? ¿Los considera santos o herejes?
Dígame, padre: ¿qué debo contestar a mi hijo cuando me pregunte por Adán y Eva? ¿Debo ocultarle la Teoría de la Evolución? ¿Hasta qué edad, padre?

Red Kite, abril 2011.
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1 comentario:

  1. Estimada/o Red Kite, tu artículo es magnífico. Y además didáctico, porque acabas de sacarme de una duda muchas veces comentada ¿por qué la Semana Santa es cuando es?

    Un cordial saludo, compañera/o

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