jueves, 14 de abril de 2011

Amigo Marfil (anecdotario tricolor)

Aún no es de día, pero ya es 14 de abril. Se trata de una fecha con especial significación para muchos españoles, y queremos saludarla con una cita. Una cita que hoy cumple 80 años:
LA FRASE: «Amigo Marfil: aquí está usted de más desde este momento».
EL INTÉRPRETE: Miguel Maura Gamazo, el miembro más joven (43 años) del Comité Revolucionario que se disponía a instaurar en ese preciso instante la II República Española. El séptimo de los diez hijos del conocido líder del Partido Conservador, Antonio Maura, y hermano del entonces ministro de Trabajo, Gabriel Maura (I Duque de Maura), no compartía, sin embargo, la visión promonárquica de su familia. Miguel es el autor del libro Así cayó Alfonso XIII, del que se han extraído gran parte de los datos que aquí se exponen.
El intérprete, Miguel Maura.
EL ALUDIDO: Mariano Marfil, subsecre-tario de Gobernación (Interior) en el Gobierno monárquico del presidente Aznar. Este Aznar era, en efecto, pariente de Ánsar el Radiactivo; más concreta-mente, su tío-abuelo.
EL LUGAR: El despacho del aludido en la sede del Ministerio de Gobernación, situado en la Puerta del Sol madrileña, en el mismísimo kilómetro cero de las carreteras españolas. En el balcón principal ondeaba ya la bandera tricolor. Había sido izada por Manuel Osorio Florit y Rafael Sánchez-Guerra (futuro presidente del Real Madrid) al ver llegar la comitiva del Gobierno provisional de la República.
LA FECHA: Martes, 14 de abril de 1931, dos días después de la sorpresiva derrota de las listas monárquicas en las elecciones municipales del domingo anterior. Curiosamente, durante el recuento electoral de la noche dominical, Álvaro de Albornoz (también miembro del Comité republicano y futuro ministro de Fomento del Gobierno provisional) había comentado: «A este paso, la República estará implantada en España antes de dos años». A lo que el impulsivo Maura había contestado proféticamente: «¡Cómo antes de dos años? ¡Y antes de dos días!».
La multitud congregada frente a la sede de Gobernación.
LA HORA: Eran cerca de las ocho de la tarde, y la multitud se concentraba desde primeras horas de la mañana alrededor de la sede de Gobernación, colapsando la Puerta del Sol y las calles adya-centes, animada por el rumor –falso– de que el Rey había abandonado ya el país.
EL CONTEXTO: Tras el descalabro electoral, el propio presidente Aznar había reconocido el día anterior, en frase que pasaría a la Historia, que el país se había acostado monárquico y se había levantado republicano. El triunfo en las urnas y la noticia –falsa aún– de la huida de Alfonso XIII habían encendido la fiebre republicana en muchas ciudades. La tricolor ya ondeaba en los ayuntamientos de Éibar (Guipúzcoa), Sahagún (León), Barcelona, Sevilla o Vigo, por este orden. En Madrid, la euforia no era menor: miembros de UGT habían izado la bandera del nuevo régimen en el Palacio de Comunicaciones, en Cibeles. La muchedumbre se había echado a la calle portando enseñas con los colores de la República. Con una soga al cuello, un busto en escayola del general Primo de Rivera era arrastrado por el gentío hacia la Puerta del Sol. Cuentan que, horas después, la estatua de Isabel II fue arrancada de su pedestal y llevada a rastras hasta el Convento de las Arrepentidas. De una manera no del todo cívica aunque en ningún momento peligrosa, el pueblo daba rienda suelta a una rabia contenida durante décadas. Solo hubo una muerte en todo el país relacionada directamente con los acontecimientos que se narran.
De arriba a abajo y de izquierda a derecha: Fernando de 
los Ríos, Álvaro de Albornoz, Azaña, Marcelino Domin-
go, el capitán Galán,Lerroux, Casares Quiroga, Largo Ca-
ballero,Martínez Barrio, Alcalá-Zamora, Maura,Indalecio
Prieto, Nicolau  d'Olwer,  Macià y el capitán García  Her-
nández.
ADHESIONES PREVIAS: La entrada del Comité Revolu-cionario en la sede de Gobernación no fue todo lo temeraria que puede pare-cer. Cuando los guardias civiles que custodiaban la entrada al Ministerio se cuadraron y presentaron armas ante Maura y Largo Caballero –los primeros en llegar– a la orden de «¡Paso al Gobierno de la Repú-blica!», ambos sabían per-fectamente que eso era lo que iba a suceder. Horas antes, el mismísimo general Sanjurjo, director general de la Guardia Civil, se había presentado en casa de Maura para ponerse a sus órdenes. La suerte de la Monarquía estaba echada. Muy poco tiempo tardaría el taimado general en comenzar a conspirar contra la República a la que acababa de mostrar su lealtad. Sus enredos terminarían en el fallido intento de golpe de Estado de agosto de 1932 conocido como la sanjurjada.
LA RESPUESTA: «Me hago cargo de ello. Ahora mismo me marcho». El atribulado Marfil, en realidad, estaba deseando salir de allí. Llevaba dos días en su despacho y vio el cielo abierto cuando Lerroux lo acompañó hasta la puerta trasera. Tardó poco en desaparecer. Otro tanto hizo el Borbón, que partió casi al mismo tiempo, de incógnito, hacia Cartagena, donde lo esperaba un barco para llevarlo a Marsella. Dicen que, a solas en la cubierta del Príncipe Alfonso, no lloró mientras desaparecía en el horizonte, con las primeras luces del alba, el país que nunca volvería a ver.

Red Kite. Abril 2011.

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