sábado, 14 de mayo de 2011

Cualquier cosa menos democracia (traduciendo a Chomsky)

 Para muchos falsos demócratas, reunir a estas cuatro perso-
 nalidades constituye ya un acto subversivo en sí mismo.
Esta semana se ha celebrado el XXV aniver-sario de la fundación de FAIR (Fairness and Accuracy in Reporting, o Imparcialidad y Exactitud en la Información), una organización de carácter crítico y progresista que se define a sí misma como «el observatorio de los medios de información nacionales» en Estados Unidos. Al evento asistieron diferentes personalidades del mundo de la comunicación, entre ellas Noam Chomsky, Amy Goodman, Glenn Greenwald o Michael Moore. Parte del discurso de Chomsky fue recogido por Goodman en su famoso informativo Democracy Now! Esta es una traducción de las palabras que el genial lingüista, filósofo y activista político, conocido mundialmente por su lúcida y severa crítica al papel de Estados Unidos en el mundo, pronunció en ese acto:






«Estados Unidos y sus aliados harán todo lo que puedan para evitar una auténtica democracia en el mundo árabe. La razón es muy simple. En toda la región, una aplastante mayoría de la población considera a Estados Unidos como la principal amenaza para sus intereses. De hecho, la oposición a la política norteamericana es tan grande que una mayoría considerable cree que la región estaría más segura si Irán tuviera armas nucleares. En Egipto, el país más importante, esa mayoría supone el 80 por ciento. Y las cifras son similares en cualquier otro país. Hay algunos en la región que consideran a Irán una amenaza; alrededor del 10 por ciento. Pues bien: lisa y llanamente, Estados Unidos y sus aliados no van a querer gobiernos que sean consecuentes con la voluntad del pueblo. Si eso ocurriera, Estados Unidos no solo no controlaría la región, sino que sería expulsado. De manera que ese resultado es obviamente intolerable.
En el caso de Wikileaks, hubo un interesante inciso sobre esto. Las revelaciones de Wikileaks que obtuvieron mayor publicidad –titulares, comentarios eufóricos y demás– fueron las que hablaban de que los árabes apoyaban la política de Estados Unidos sobre Irán. Pero las citas se referían a los dictadores árabes. En efecto, decían apoyar la política norteamericana con respecto a Irán. No hubo mención alguna sobre los árabes –sobre la población árabe– porque eso no importa. Si los dictadores nos apoyan y la población está bajo control, entonces ¿cuál es el problema? Así es el imperialismo. ¿Cuál es el problema, si funciona? Mientras puedan controlar a sus poblaciones, todo está bien. ¡Que hagan sus campañas de odio; nuestros amistosos dictadores los mantendrán bajo control! Esa es la reacción no solo de la diplomacia del Departamento de Estado o de los medios que informan sobre esto, sino también la del grueso de la comunidad intelectual. No hay comentarios sobre esto. De hecho, la cobertura dada a estas encuestas es exactamente cero en Estados Unidos; literalmente. Hay algunos comentarios en Inglaterra, pero muy pocos. Simplemente no importa lo que piense la población, siempre que esté bajo control.
Bien: a partir de estas observaciones, se puede concluir con bastante rapidez y facilidad cuáles van a ser las políticas. Casi se pueden anticipar con todo detalle: en el caso de un país rico en petróleo con un dictador obediente en quien se pueda confiar, se le dará carta blanca. Arabia Saudita es el más importante. Lo que hay allí es el más represivo, extremista y poderoso centro del fundamentalismo islámico, con apóstoles que difunden el islamismo ultrarradical de la yihad y todo eso. Pero son obedientes y se puede confiar en ellos, así que pueden hacer lo que quieran. Hubo una protesta planeada en Arabia Saudí. La presencia policial fue tan abrumadora e intimidatoria que literalmente nadie se atrevió siquiera a dejarse ver por las calles de Riad. Como debe ser. En Kuwait, lo mismo. Hubo una pequeña demostración, aplastada muy rápidamente, y sin comentarios.
 Campamento de protesta frente a la Perla, en
 Baréin, que fue arrasado por los represores,
 monumento incluido.
En este momento, el caso más interesante en muchos aspectos es el de Baréin. Baréin es bastante importante por dos razones. La primera, de la que sí se ha informado, es que es el puerto base donde recala la V Flota norteamericana, la mayor fuerza militar de la región. Otra razón más fundamental es que en Bahrein hay cerca de un 70% de chiitas, y está justo al otro lado del viaducto que lo une con el este de Arabia Saudita, que también tiene mayoría chiita y resulta ser donde está la mayor parte del petróleo saudí. Arabia Saudita, por supuesto, es la principal reserva energética; lo ha sido desde los años 40. Por un curioso accidente de la historia y la geografía, las mayores reservas energéticas del mundo están situadas en su mayor parte en regiones chiitas. Son una minoría en Oriente Medio, pero resulta que están donde está el petróleo, justo alrededor de la zona norte del Golfo. Es decir, el este de Arabia Saudita, el sur de Irak y el suroeste de Irán. Durante mucho tiempo ha existido en los estrategas la preocupación de que pudiera haber movimientos encaminados a algún tipo de alianza tácita en estas regiones chiitas que pudiera pretender la independencia y el control de la mayor parte del petróleo mundial. Eso sería, obviamente, intolerable.
Volviendo a Baréin, hubo un levantamiento, un campamento de protesta en la plaza central, como el de la plaza de la Liberación [en El Cairo]. Las fuerzas militares saudíes invadieron Baréin, dando a las fuerzas de seguridad locales la oportunidad de aplastarla violentamente. Destruyeron el campamento y hasta destruyeron la Perla, que es el símbolo de Baréin; invadieron el principal complejo hospitalario, expulsando a médicos y pacientes; se dedicaron a arrestar regularmente, cada día, a activistas pro derechos humanos y torturándolos. Y no se hizo nada; algún golpecito en la muñeca de vez en cuando, pero poco más. Eso se parece bastante al principio de Carothers. Si las acciones coinciden con nuestros objetivos estratégicos y económicos, todo está bien. Podemos tener una retórica elegante, pero lo que importan son los hechos.
Bueno, eso por lo que respecta a los dictadores obedientes con mucho petróleo. ¿Qué hay de Egipto, el país más importante, aunque no sea un centro principal en la producción de petróleo? Bien: en Egipto y Túnez, y en otros países de esa categoría, hay una cuidadosa estrategia, que se emplea rutinariamente, tan a menudo que no hace falta ser un genio para percibirla: cuando se tiene a un dictador amigo –aquellos de vosotros que os planteéis seguir la carrera diplomática, también deberéis aprenderla–, cuando hay un dictador amigo que está empezando a tener problemas, apoyadlo tanto tiempo como sea posible; apoyo total mientras sea posible. Cuando se haga imposible seguir apoyándolo –como pueda ser, digamos, el caso de que el Ejército se vuelva contra él, o los grandes empresarios se vuelvan contra él–, entonces enviadlo fuera, a algún otro sitio, haced unas sonoras declaraciones sobre vuestro amor por la democracia, y luego intentad restaurar el antiguo régimen, pero con nombres nuevos. Eso es lo que se ha hecho una vez y otra vez. No siempre funciona, pero siempre se intenta: Somoza en Nicaragua; el Sah en Irán; Marcos en Filipinas; Duvalier en Haití; Chun en Corea del Sur; Mobutu en el Congo; Ceaucescu es uno de los favoritos de Occidente, en Rumanía; Suharto en Indonesia… Es pura rutina. Y eso es exactamente lo que está pasando en Egipto y Túnez. Los apoyamos justo hasta el final. Con Mubarak, en Egipto, hasta el final. ¿Que deja de funcionar? Lo mandamos fuera, a Sharm el-Sheij, tiramos de retórica e intentamos restaurar el viejo régimen. De hecho, ese es el punto en que se encuentra el conflicto en este momento. Como ha dicho Amy [Goodman], no sabemos hacia dónde girará ahora, pero eso es lo que está ocurriendo.
Ánsar recibiendo un caballo como regalo de su buen amigo el
dictador libio. El animal es el primero por la derecha; el dicta-
dor no lo tenemos tan claro.
Bueno, y aún hay otra categoría. La del dictador con mucho petróleo y en quien no se puede confiar porque es un elemento peligroso. Ese es el caso de Libia. Y ahí hay una política diferente: tratar de conseguir un dictador más fiable. Y eso es exactamente lo que está pasando. Por supuesto, se describe como una intervención humanitaria. Ese es otro principio casi histórico y universal. Si revisamos la Historia, esencialmente cada vez que se da un recurso a la fuerza, venga de quien venga, está acompañado de la más noble retórica. Es todo absolutamente humanitario. Incluyendo la toma de Checoslovaquia por Hitler, o los fascistas japoneses que arrasaron el nordeste de China. De hecho, es lo que hizo Mussolini en Etiopía. Es casi imposible encontrar alguna excepción. Eso es lo que se hace, y los medios y los comentaristas lo presentan –pretendiendo no darse cuenta– sin ningún fundamento, sin aportar información, porque es un acto reflejo.
En este caso, además, podrían añadir algo más. Algo que se ha repetido una y otra vez; a saber: Estados Unidos y sus aliados intervienen en respuesta a una petición de la Liga Árabe. Y, por supuesto, tenemos que reconocer la importancia de eso. La petición de la Liga Árabe, por cierto, fue bastante tibia y se abandonó en seguida, ya que no les gustaba lo que estábamos haciendo. Pero dejemos eso a un lado. Justo al mismo tiempo, la Liga Árabe emitió otra petición. He aquí el titular de un periódico: “La Liga Árabe pide una zona de exclusión aérea en Gaza”. Estoy citando textualmente al Financial Times londinense. De eso no se informó en Estados Unidos. Bueno, para ser exactos, se informó en el Washington Times, pero prácticamente fue bloqueado en Estados Unidos. Como las encuestas. Las encuestas de la opinión pública árabe. No son el tipo adecuado de noticias. Como el hecho de que la Liga Árabe pida “una zona de exclusión aérea en Gaza” no está de acuerdo con la política norteamericana, no tenemos por qué respetarlo ni observarlo, así que se hizo desaparecer.
Ahora hay encuestas sobre las que sí se ha informado. Aquí hay una del New York Times de hace un par de días. Cito textualmente: “La encuesta muestra que una mayoría de los egipcios quiere anular el acuerdo de paz de 1979 con Israel, que ha sido piedra angular de la política exterior egipcia y de la estabilidad en la región”. Eso no es exacto en absoluto. En realidad, ha sido piedra angular de la inestabilidad en la región, y ese es exactamente el motivo por el cual la población egipcia quiere abandonarlo. Ese acuerdo básicamente eliminó a Egipto del conflicto árabe-israelí. Eso significa que se eliminó la única fuerza disuasoria para las acciones militares israelíes. Y dejó vía libre a Israel para extender sus operaciones –operaciones ilegales– en los territorios ocupados y para atacar a su vecino del norte, para atacar al Líbano. Poco después, Israel atacaría al Líbano, matando a 20.000 personas, destruyendo el sur del país y tratando de imponer un régimen cliente, aunque no lo consiguió. Y todo eso fue comprendido en Israel. La reacción inmediata al acuerdo de paz fue que había algunos aspectos de él que no gustaban. Iban a tener que abandonar los asentamientos en el Sinaí, en el Sinaí egipcio. Pero tenía también su lado bueno, porque la única fuerza disuasoria desaparecía; podían usar la fuerza y la violencia para alcanzar sus otros objetivos. Y eso es exactamente lo que ocurrió. Y es por eso exactamente por lo que la población egipcia se opone al acuerdo. Comprenden eso, como lo comprende cualquiera en la región.
Por otra parte, el Times no mentía cuando decía que el acuerdo llevó la estabilidad a la región. Y eso es debido al significado de la palabra “estabilidad” en su sentido técnico. Con la estabilidad pasa lo mismo que con la democracia. Estabilidad quiere decir conformidad con nuestros intereses. Por ejemplo, cuando Irán trata de extender su influencia en Afganistán e Irak, que son países vecinos, eso quiere decir “inestabilidad”. Es parte de la amenaza de Irán. Es desestabilizar la región. Por otra parte, cuando Estados Unidos invade esos países, los ocupa y los deja medio destruidos, es para conseguir la estabilidad. Y eso es muy frecuente. Hasta el punto de que es posible escribir –como hizo el antiguo editor de Foreign Affairs [revista norteamericana de relaciones internacionales]– que cuando Estados Unidos derrocó al Gobierno democrático de Chile e instauró una feroz dictadura, eso era porque Estados Unidos tenía que desestabilizar Chile para conseguir la estabilidad. Eso está en una sola frase, y a nadie le extrañó, porque es correcta, si se comprende el significado de la palabra “estabilidad”. Sí: cuando derrocas a un gobierno parlamentario, cuando instalas una dictadura, cuando invades un país y matas a 20.000 personas, cuando invades Irak matando a cientos de miles de personas…, eso todo es para lograr la estabilidad. Inestabilidad es cuando cualquier otro hace lo mismo»:

Como es habitual, la clarividencia y la lucidez de Chomsky resultan abrumadoras. Se puede decir más alto, pero no más claro.

.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .

<< ENTRADA ANTERIOR                                                  ENTRADA SIGUIENTE >>
Traducción de Red Kite disponible bajo licencia Creative Commons Atribución Compartir Igual 3.0

2 comentarios:

  1. Saludos Red Kite es tan claro y lúcido que resulta abrumador el empeño, la actividad incansable de algunos en ocultarlo, nuevamente un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Hola, Mar:

    Gracias por tu comentario. Las palabras de Chomsky son siempre incómodas para el sistema establecido. Para los poderosos, resultan peligrosas, transgresoras de esa ley omnímoda de silencio con que acallan los medios y las conciencias.

    Para eso, entre otras cosas, existe la blogosfera. Y por eso somos legión los que dedicamos nuestro tiempo y nuestro esfuerzo a traducir las palabras de este genial pensador (hay una selección de sus textos más recientes en rebelion.org). Y lo hacemos desinteresadamente. Mejor dicho, nos mueve un interés: el de derribar fronteras para hacer que esto cambie.

    Un saludo, y gracias de nuevo.

    ResponderEliminar