La calle es nuestra. Vuestra. De todos. O al menos, empezará a serlo a partir de ayer, fecha en que la auténtica Democracia tomó las calles en todas las grandes ciudades españolas para decir basta. Para decir que ya está bien de que una ridícula mayoría de malnacidos (banqueros, fondos de inversión, grandes empresas y políticos mercenarios vendidos al poder de los mercados) construyan su bienestar y su futuro a expensas de una aplastante mayoría que malvive de las sobras.
La iniciativa consiguió movilizar a más de 100.000 personas en más de 50 ciudades de toda España |
No hay acuerdo en los medios –ni tampoco demasiado interés– sobre el número total de participantes, pero lo convocatoria de la plata-forma ¡Democracia Real YA! fue un éxito indiscutible al menos en dos apartados. El primero, la dispersión geográfica. Las concen-traciones se registraron en todos los grandes núcleos de población. Ninguna provincia se quedó al margen. El segundo, el hecho de que detrás de la llamada no había ninguna gran organización: ni partidos políticos ni sindicatos mayoritarios participaron de manera oficial en las manifestaciones. Fue un movimiento ciudadano, cívico y pacífico el que consiguió reunir a más de 100.000 personas en distintos puntos del país para exigir que la democracia haga honor a su noble y milenario significado: que de verdad gobierne el pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
A pesar de que uno de los principios fundamentales de los convocantes era y es el rechazo de la violencia como medio, los actos se cerraron en Madrid con algunos altercados de orden público que se saldaron con dos docenas de detenidos y varios heridos. Curiosamente, según las cifras oficiales, entre los heridos no había ningún agitador: cinco policías y dos viandantes. Con un cinismo vergonzoso, los políticos y los medios de comunicación han aprovechado para coger el rábano por las hojas y tomar como regla generalizada lo que fue una anecdótica excepción. Las palabras vandalismo y antisistema ya han salido a relucir. Es la historia de siempre: tomar al todo por la parte –minúscula y en absoluto representativa– para desacreditar un movimiento peligroso para la comodidad de los poderosos. Ningún medio oficial ha reparado, como también viene siendo habitual, en el hecho de que entre los agitadores había personajes encapuchados a los que los antidisturbios no les tocaron un pelo de la ropa. Por desgracia para estos provocadores infiltrados, ya todos los móviles tienen cámara, y las imágenes están ahí, aunque hayan sido convenientemente olvidadas por los telediarios.
El periódico The Washington Post se hacía eco ayer en su edición digital de las movilizaciones en España. |
Pero la dimensión de las movilizaciones de ayer no puede obviarse. El mero hecho de que los periódicos nacionales hayan recogido la noticia es ya un triunfo en sí mismo. No han tenido más remedio, pues la repercusión ha traspasado nuestras fronteras: el mismísimo The Washington Post se hacía eco en su edición digital de ayer. Es solo la primera piedra, pero parece estar bien asentada. Ahora hay que confiar en que el desafío no parará ahí. La iniciativa es magnífica, y la respuesta hasta ahora no es nada desdeñable. Es más que probable que los poderes de esta España adormilada hayan comenzado a agitarse preocupados.
Solo hay dos aspectos de ¡Democracia Real YA! que nos parecen mejorables. Uno es la falta de una dimensión internacional que coordine la respuesta a nivel europeo. No nos cabe duda de que ya se debe de estar trabajando en eso. El otro es el nombre: nuestras convicciones profundamente republicanas y nuestro corazón atletista hacen que el adjetivo real nos rechine en los oídos como uñas sobre una pizarra. Incluso se podría decir que es precisamente el carácter real –monárquico– de la democracia que padecemos el responsable de que esta sea tan poco eficaz. No olvidamos nuestra historia reciente. El actual Jefe de Estado fue colocado en el puesto por el dedo arbitrario de un dictador asesino, y la Constitución del 78 se construyó sobre los cimientos sin derruir de esa dictadura. Se nos impuso –con un refrendo popular falsamente legítimo, toda vez que no hubo defensa de otra postura que reivindicara nuestra herencia republicana– una transición con una venda en los ojos, que enterró un pasado democrático sin reyes y que adocenó a partidos y sindicatos para que renegaran de su fin social y de sus centenarios principios. El aforismo aquel del atado y bien atado. ¿Les suena?
Pero olvidemos esos matices, que no pueden ocultar una realidad que todos debemos celebrar y de la que debemos sentirnos orgullosos. No queremos ser aguafiestas, y lo de ayer fue una verdadera fiesta. Un ejercicio pleno de genuina Democracia; esta sí, con mayúsculas. A seguir adelante, y enhorabuena a los premiados, que somos casi todos: la inmensa, y esperemos que aplastante, mayoría.
Red Kite, mayo 2011.
desde venezuela.....no dejen que la derecha secuestre su revoluciòn....
ResponderEliminarLa derecha no está en condiciones de secuestar nada. Al menos, la derecha oficial. Bastante tienen con intentar tapar sus vergüenzas, que son muchas.
ResponderEliminarGracias por tu ánimo, Edgar. Siempre es un placer recibir apoyo desde un país que es un ejemplo de lucha contra el neocapitalismo.