Hoy, primer día de campaña electoral, nos hemos despertado con una gran noticia: Bildu puede presentarse a los comicios municipales y autonómicos. No por esperada, la sentencia del Tribunal Constitucional es menos celebrada. Y decimos esperada porque la argumentación del voto particular discrepante del otro Tribunal –este, Supremo, como el turrón– era demoledora. Finalmente, han ganado la cordura y la sensatez. Han ganado las libertades. Ha ganado la Democracia.
A la luz de la premura con que el TC ha despachado el asunto, enmendando la plana al TS, surgen algunos interrogantes:
¿Qué habría pasado si la inminencia de las elecciones no hubiera apremiado al alto Tribunal para tomar su decisión? Pronóstico más probable: meses, tal vez años de espera. ¿Qué impide, entonces, a las distintas Administraciones convocar muchas más plazas a la judicatura, visto el atasco procesal que padecemos? Que no nos hablen de precariedades presupuestarias. Basta con tener claras las prioridades. Por poner solo un ejemplo: ¿qué es más importante, impartir Justicia o reducir el tiempo de los trayectos ferroviarios?
El Constitucional se ha apresurado a enmendar la plana al Supremo: Bildu estará en las elecciones. |
Pero por encima de estas cuestiones, lógicas y legítimas, y visto el severo correctivo que ha supuesto para el Supremo la sentencia del Constitucional, surge otra duda aún más trascendental: ¿conocen los miembros de nuestro Tribunal de casación la Constitución Española? La respuesta, como la pregunta, surge sola: o no la conocen, o la conocen pero les resbala.
Es triste, pero es así. A efectos de autorizar a alguien para que pueda representar a sus conciudadanos en las instituciones, a algunos les parece más grave tener un cuñado que una vez avaló en un préstamo a un primo que hace años asistió a un mitin de Batasuna, que admitir trajes –con maletines a juego, nos tememos muchos– a cambio de favores oficiales. Por cierto, para no cargar las tintas contra el TS: en el asunto de los trajes, fue el Supremo el que tuvo que corregir al Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, que al parecer desconocía el significado de la palabra cohecho. Esta Justicia nuestra nunca dejará de sorprendernos. Como hoy, que nos ha sorprendido respetando la Constitución.
Nos parece procedente aclarar en este punto, para no llamar a engaño, que ni nos gusta la Constitución de 1978 –pero, de momento, es la que hay– ni somos expertos en Derecho Constitucional. Tal vez por ello nos haya costado tanto leer y digerir las sentencias tanto del TS como del TC. Ya estamos habituados a que el legislador nos lo ponga difícil, con su oscura jerga y con sus constantes alusiones a párrafos anteriores que desarrollan lo establecido en los puntos a que se refieren otros artículos que amplían lo enumerado en las disposiciones adicionales que enmiendan lo regulado a este respecto por otras disposiciones igual de adicionales pero transitorias que se enmarcan en la norma ahora derogada por esta nueva ley… De acuerdo: estamos exagerando, pero es más o menos así. Y los jueces tampoco lo ponen mucho más fácil. Teniendo en cuenta que el desconocimiento no exime de responsabilidad, uno se pregunta si legisladores y jueces no estarán siendo cómplices en la comisión de posibles delitos o faltas.
Pero de jergas y oscurantismos, de estas y otras profesiones, hablaremos otro día. Hoy toca felicitarse por la buena nueva: se han mejorado los ingredientes de la Democracia. La calidad extra se ha impuesto a la calidad suprema.
Red Kite, mayo 2011.
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Genial, amigo. Muy, muy bien.
ResponderEliminarMe encanta todo, y especialmente la ironía que te gastas en la parrafada larguísima sin comas ni ningún otro tipo de puntuación. Perfecta copia de autos y sentencias que, aparte de que te ahogan en su lectura, te dejan 'pez' tras su abrumadora cita de artículos sin sentido para la mayoría de los mortales.
Tienes un carácter sorprendente.
Un abrazo.
Muchísimas gracias por tus amables palabras, que para mí, como sabes, tienen un valor añadido.
ResponderEliminarOtro abrazo para ti.